"[...]¿Puede saberse quién eres tú?- preguntó la Oruga. (...) Alicia contestó, algo intimidada:
- La verdad, señora, es que en estos momentos no estoy muy segura de quién soy. El caso es que sé muy bien quién era esta mañana, cuando me levanté, pero desde entonces he debido sufrir varias transformaciones.
- ¿Qué es lo que tratas de decirme?-dijo la Oruga con toda severidad-. ¡Explícate, por favor!
-¡Ésa es justamente la cuestión! - exclamó Alicia-. No me puedo explicar a mí misma porque yo no soy yo, ¿se da usted cuenta?
- Pues no, no me doy cuenta - dijo la Oruga.
- Siento no poder explicárselo a usted con mayor claridad- dijo Alicia en un tono muy cortés- porque, para empezar, ni yo misma lo entiendo... ¡Comprenderá usted que cambiar tantas veces de tamaño en un solo día no es fácil de entender!
- Sí, es fácil- le replicó la Oruga.
- Bueno, lo que ocurre es que usted todavía no ha pasado por ello- dijo Alicia-, pero llegará el día en que se convertirá en crisálida y después en mariposa, y entonces ¡ya veremos lo que siente usted!
-¿Y qué iba a sentir? ¡Pues nada!
- Está bien -concedió Alicia- Es posible que sus sentimientos y los míos sean muy distintos, pero puedo decirle que yo en su lugar me sentiría muy rara.
- ¡Tú! -exclamó con desdén la Oruga- ¿Y quién eres tú, si se puede saber?
[...]"
No sabe decir quién es porque se reconoce inestable. Y la inestabilidad es algo que casi no puede comprenderse en la existencia humana, parece que todo tiene que permanecer.
Es el paso de transición de la infancia a la adultez la época más confusa en la historia de una persona. Y Alicia recién empieza a sufrirla.
En cambio, la oruga no parece molesta por el cambio, en algún momento se va a convertir en mariposa y eso no le va a afectar en lo más mínimo.
Es mucho más simple de lo que piensa Alicia.
¿Quién es? Es ella, es Alicia; es la que es. Sin importar las circunstancias. Porque las circunstancias son tan sólo eso, circunstanciales.
De ahí viene la sabiduría de la oruga.
